sábado, 25 de octubre de 2008

Capacidad de síntesis

Examen de Lenguaje en un colegio de Madrid.

Hacer una redacción en la que intervengan los conceptos de:

1.-Sexo
2.-Monarquía
3.-Religión
4.-Misterio

Se valorará la brevedad y concisión del texto.

Redacción de un alumno: “Se han follado a la reina. ¡Dios mío! Quién habrá sido

domingo, 19 de octubre de 2008

Vidas ejemplares 1


Maurice Wilson nace en Bradford (Yorkshire) en 1898, en el seno de una familia social y económicamente acomodada. Desde muy pequeño destaca por sus facultades físicas y por el dominio de idiomas. Su padre, propietario de una fábrica de lana, da por sentado que Wilson terminará encargándose del próspero negocio.

Sin embargo, al día siguiente a su 18 cumpleaños, en 1916 y en plena primera guerra mundial, el chico se alista voluntario en él ejercito inglés. En el frente protagoniza numerosos actos heroicos que le llevan a conseguir la Cruz Militar y a ascender rápidamente en la escala militar. Hasta que resulta gravemente herido por una ametralladora en el pecho y se le repatría como inválido.



Nunca se recupera del todo de sus heridas, pero sobre todo, y como muchas personas de su generación, no consigue ni ser feliz ni reintegrarse a una vida burguesa normal tras los horrores de las trincheras. Así que, tras dejar el ejército en 1919, también termina por abandonar definitivamente el legado de su familia y durante un tiempo deambula por Londres, Nueva York, San Francisco... hasta terminar en Nueva Zelanda. Allí vive varios años hasta que, cuando ya está económicamente acomodado tras trabajar en los más variopintos oficios (vendedor de coches, de mejunjes curativos, de ropa, agricultor...), repentinamente se embarca en un vapor de correos para regresar a su patria.

Este viaje de regreso parece resultar crucial en su vida, pues en el barco conoce a unos yoguis hindúes cuyos ayunos durante semanas y sus ideas sobre la meditación y el autocontrol le impresionan profundamente. Ya en Inglaterra termina por enfermar gravemente, con gran pérdida de peso y violentos ataques de tos. Deprimido, hace case omiso de consejos médicos y medicinas y desaparece sin dejar rastro en 1932.

Un año más tarde, cuando todos le dan por muerto, regresa al mundo civilizado totalmente recuperado y feliz. Ahora todos le dan por loco: había estado viviendo en una cueva en las montañas de la fría Escocia, donde había practicado el ayuno completo y la meditación. Entusiasmado por estas ideas, quiere dar a conocer los valores de la oración y la renuncia como método para alcanzar cualquier meta, pero sabe que esto solo es posible haciendo algo extraordinario y la idea surge de repente: ser el primer hombre en escalar el Everest.


Situemos la época: ocho años antes, en 1924, los montañeros británicos George Mallory y Andrew Irvine habían muerto en la escalada, pocas expediciones lo habían intentado desde entonces y pasarían décadas hasta que Edmund Hilary y Tenzing Norgay lo lograsen en 1953. Y para el primer ascenso en solitario habría que esperar hasta 1980. Por otra parte, tras la gran guerra, una hasta entonces muy primitiva aviación había tomado un gran impulso y avances técnicos y récords de todo tipo se sucedían.


Wilson reúne ideas y ya tiene un plan: volará con su propia avioneta hasta el Tibet y se dejará caer en las laderas altas de Everest para emprender desde ahí el ascenso. Pero hay dos problemas: ni sabe pilotar ni tiene ex
periencia en alpinismo.


No se amilana: al tiempo que se documenta como puede sobre el Everest, consigue el equipo que considera adecuado para la empresa (sacos de dormir, tienda de campaña, piolet, cuerdas) y comienza a prepararse. Su "entrenamiento" consiste en calzarse unas rudimentarias botas de clavos y dar largos paseos y acostumbrarse al peso de la mochila marchando por una colinas de Gales. Para probarse, llega a lanzarse en paracaídas sobre Londres, hecho que termina por rodear al proyecto de gran controversia. El estilo de los informes victorianos de la época, que calificaban como "molestas" las dificultades de las primeras expediciones, enfrentadas a tremendas paredes de hielo, al riesgo de avalanchas y a todo tipo de penalidades derivadas del entonces poco conocido "mal de altura" y del frío escasamente mitigado por los equipamientos de aquellos años, contribuye a que Wilson considere suficiente su preparación y que, sin ningún tipo de asesoramiento en montañismo o alpinismo y sin haber pisado la nieve en escalada, pase con rapidez a la segunda fase de su preparación.

Se compra un biplano de segunda mano (un Gipsy Moth al que puso el nombre de Ever Wrest) y comienza a recibir clases en el aeroclub de Londres. Este aprendizaje, quizás por su impaciencia, le cuesta más de lo esperado y apenas consigue obtener la licencia de piloto. Su instructor, consciente de que Wilson apenas podía dar unas vueltas al aeropuerto los días sin viento y espantado ante su idea de volar a Asia, trata de que desista de tan descabellado plan. Pero es en vano. Wilson fija la fecha de salida el 21 de abril de 1933, el día de su 35 cumpleaños.

Sin embargo, en un primer vuelo para ver a sus padres en Shipley antes de su aventura, estrella su avioneta en un campo cerca de Clifton, y se salva de milagro. Este accidente le supone tres semanas de reparaciones, y también una fuerte atención mediática que finalmente hace que el mismo Ministerio de Aire le prohíba de forma oficial emprender más vuelos. Wilson rompe el telegrama que le impide despegar y el domingo 21 de mayo su biplano parte hacia el Tibet.

Contra todo pronóstico, Wilson demuestra ser uno de los mejores pilotos de su época volando por rutas poco conocidas, aterrizando en pequeños aeródromos... hasta que en una semana alcanza El Cairo y a base de reponer el carburante de contrabando, donde se le revoca el permiso para volar sobre Persia (Irán). Poco dispuesto a desanimarse, se ve obligado a batir un récord de distancia en vuelo para llegar de una tacada hasta Bahrein. Allí, siguiendo órdenes del consulado británico, se le permite repostar a condición de que regrese a Gran Bretaña. Una vez en el aire, Wilson dirige su avión hacia la India.

Tras nueve horas de viaje y con los depósitos casi vacíos aterriza en la pista de Gwadar. Wilson había volado ocho mil kilómetros y superando todo tipo de dificultades, para llegar a La India en apenas dos semanas, todo un hito para la época.

Desde allí sigue pilotando por el país hasta llegar a Lalbalu, desde cuyo aeródromo ya se había tratado de sobrevolar el Everst el año anterior. Sin embargo, para Wilson es donde acaba su plan inicial, ya que las autoridades, seguramente alertadas sobre sus precedentes, le incautan su biplano para impedir que violara la prohibición de volar sobre Nepal. Aún así, consigue vender la avioneta por 500 libras para financiarse su viaje a partir de allí. Ya por tierra llega hasta Darjeeling, pero allí tampoco obtiene el permiso para llegar al Nepal a pie y se ve obligado a pasar el invierno planeando una entrada ilegal. Pasa las semanas buscando guías locales hasta que recibe las noticias de una reciente (y fracasada) expedición británica. Que un grupo de alpinistas expertos y bien equipados no consiga alcanzar la cumbre no le hace replantearse su empresa, sino que le pone tras la pista de tres sherpas que habían participado en la expedición: Tewang, Rinzing y Tsering. Los encuentra y logra convencerles para que se unan a él, pese a que ni siquiera dispone de permisos para llegar a las faldas del Everest.

La noche del 21 de marzo de 1934 Wilson y sus tres compañeros abandonan sigilosamente la ciudad, con el equipo de alpinismo escondido en sacos de trigo y disfrazados, primero de campesinos y más tarde de monjes budistas. Van avanzando unos veinticinco kilómetros cada noche evitando los núcleos de población y se enfrentan, en pleno invierno, a arroyos helados, intensas lluvias, remolinos de granizo y tormentas de nieve para eludir las patrullas fronterizas.


El 14 de abril consiguen llegar al monasterio de Rongbuk, a los pies del Everest, donde son calurosamente recibidos y consiguen equipamiento de la anterior expedición. Pero la visión de la montaña resulta irresistible para Wilson y, pese a las penalidades del viaje realizado, solo permanece dos días en el recinto sagrado.

En solitario y con más de veinte kilogramos a sus espaldas, parte decidido hacia el glaciar. En las morrenas glaciares empieza a sentir los males de la altitud y un gran desconcierto ante las grandes grietas, los laberintos de hielo y los bloques rocosos que se encuentra y que le obligan a volver sobre sus pasos una y otra vez. Completamente agotado, alcanza los 6,035 metros de altura, cota del campamento II de la última expedición inglesa. Ahí muestra una vez más su inexperiencia despreciando unos grampones abandonados. Comienza a nevar y Wilson combate su agotamiento con dátiles y pan. Después prosigue el ascenso. Tras cinco días terribles, una gran tormenta de nieve le detiene definitivamente a 6.250 metros, aún unas dos millas por debajo del campamento III de la anterior expedición. "Es el tiempo el que me ha derrotado, qué maldita mala suerte", escribe en su diario. Sin embargo, también los víveres se le acaban y decide regresar al convento. Tambaleándose, con dolores de sus heridas de guerra, un tobillo torcido, medio ciego, y completamente exhausto, emprende un épico descenso que duraría cuatro días.

Wilson consigue llegar a Rongbuk con el último aliento y mientras es atendido por los impresionados sherpas, escribe en su diario "sé que puedo conseguirlo". Tras tomar su primera comida caliente en diez días duerme 38 horas seguidas. Recuperarse totalmente del intento le lleva otros dieciocho días. Hasta que el 11 de mayo escribe en su diario: "partiré mañana suceda lo que suceda, sólo me sentiré feliz cuando lo haya logrado".

El 12 de mayo se pone de nuevo en marcha, esta vez acompañado por Tewand y Rinzing. Además de un rudimentario equipo y su diario, lleva una tienda, tres panes, dos latas de harina de avena, una cámara, y su bandera de Gran Bretaña. El conocimiento del terreno por parte de los sherpas hace que el grupo alcance en tres días el campamento III, cercano a las laderas que dan a la pared norte. Sin embargo, el mal tiempo les retiene allí casi una semana, por suerte con algunos víveres abandonados. Ahí Wilson planea posibles rutas para afrontar las pistas de hielo y, según escribe en su diario, confía en poder contar con las cuerdas y los escalones hechos el año pasado por la anterior expedición hasta el campamento IV (lo cual vuelve a demostrar su absoluto desconocimiento del medio). Cuando cinco días más tarde no halla ninguno de estos restos se siente decepcionado, pero se prepara para alcanzar el collado el día siguiente.

El 22 de mayo parte con Rinzing, quien pronto se agota y decide regresar al campamento. Wilson, otra vez solo, invierte cuatro días intentando progresar desesperadamente, con lentos y penosos avances, tallando escalones con su piolet y colocando tornillos de hielo. Aterido, a duras penas consigue dormir en diminutos salientes y cornisas muy expuestas. Pero todo es inútil: finalmente se topa con la pared norte, una enorme pared de hielo completamente vertical que ya había supuesto también el final de la anterior expedición. Hace un último esfuerzo tratando de subir por una chimenea, pero a cada intento le sucede un resbalón. La tarde del día 24, aún en el comienzo de la chimenea, decide descender la cascada de hielo para regresar al campamento de los sherpas.

Completamente extenuado, con el rostro quemado y las vestimentas congeladas, Wilson consigue llegar al refugio. Durante los dos días siguientes, los sherpas tratan de convencerle de que es necesario regresar inmediatamente al monasterio, pero él se niega. Ante este hecho definitivo, hoy se sigue debatiendo si la decisión de Wilson obedece a su creencia de que aún era capaz de alcanzar la cima (pese a la evidencia de la imposibilidad de éxito) o si se debe a que prefería perecer en el intento antes que regresar a Inglaterra derrotado.

En cualquier caso, Tewand y Rinzing deciden esperarle en el campamento y Wilson, ya solo en su tienda y antes de partir, escribe en su diario el 29 de mayo: "este será el último intento, y me siento exitoso". Diez días más tarde, viendo que Wilson no vuelve, los sherpas inician el descenso y el largo regreso y al llegar a Kalimpong, ya a finales de julio, dan al mundo la noticia de la muerte de Maurice Wilson.

En 1935, una pequeña expedición de reconocimiento a cargo de Eric Shipton encontró el cuerpo de Wilson, al que enterraron entre las piedras de la morrena. Junto a los restos de la desgarrada tienda de campaña hallaron su diario.

Según lo que ahí escribió el propio Wilson, aquel 29 de mayo, tras haber dejado atrás a Tewand y Rinzing, solo había conseguido llegar al pié del collado norte. Después había acampado tan solo a unos cientos de metros de donde estaban refugiados los sherpas, y quizás demasiado débil para seguir en ese momento, había descansado un día entero en su saco.


La última entrada de su diario data del 31 y solo pone "Off again, gorgeous day". Algo así como "En marcha de nuevo, un día maravilloso".


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http://en.wikipedia.org/wiki/Maurice_Wilson
http://www.yuricontreras.com/articulosemanal.html
http://www.cesarperezdetudela.com/historias-3.asp

(Spyr-1, octubre de 2008)

martes, 9 de septiembre de 2008

Paremos esto!

De un tiempo a esta parte se está propagando exponencialmente un hecho que me tiene preocupado en extremo. Es un fenómeno que se extiende por los hogares, por las empresas, por los medios de comunicación, por el pequeño y mediano comercio, por la administración. No parece que nada pueda detenerlo. La democratización en el uso de las nuevas tecnologías no hace sino agravar el problema.

Prácticamente a estas alturas todo el mundo parece infectado por el mal y uno quisiera a veces también estarlo. La alternativa es sufrir constantes retortijones y un deseo urgente de arrancarse los ojos.



Me estoy refiriendo al uso indiscriminado del tipo de letra "comic sans", de la que el propio autor -Vincent Connare- se desmarca avergonzado. Aparentemente esta fuente provoca una simpatía instantánea en todo aquel que comienza en el mundo de la informática (y en todo aquel que parece estancarse en un estadío temprano del mismo, el del desastroso descubrimiento de los "screen beans" y del "WordArt" del Office).

En el Word, en el PhotoShop, en Blogger... para informes, carteles, presentaciones, calendarios, mails, invitaciones... la "comic sans" resulta irresistible a una gran parte de la población mundial. Les parece una fuente cercana, simpática, qué se yo!

Como no es la letra por defecto en ningún programa, no queda otra que deducir que, pese a la gravedad del hecho, su presencia se trata de un acto voluntario. Puede que hasta consciente, no sé. Quizás quien lo perpetra busca una complicidad en el prójimo, una aquiescencia que, me temo, ya es global. Los líderes del movimiento, seguramente para identificarse, llegan incluso a poner lineas enteras en mayúsculas con esta letra (ese es el momento en que uno piensa en la muerte).

Espero que esta señal de alarma no llegue demasiado tarde. Creo que aún quedamos suficientes. Organicémonos!



viernes, 23 de mayo de 2008

El 14

Y porque estamos con el tema y porque es noticia y porque tengo entradas con el título "Underrated" y etiquetas llamadas "Clama al cielo", paso a tratar otro caso sangrante.


Guti, José María Gutiérrez, nacido en 1976 en Torrejón de Ardoz, llegó al Real Madrid con nueve años y desde esa categoría Pre-Benjamín fué ascendiendo por todas las superiores hasta el Real Madrid B en la temporada 95-96, momento en que Jorge Valdano le hizo debutar con el primer equipo el 2 de Diciembre de 1995.

Desde entonces, trece años, el Real Madrid ha pasado por muchas etapas (algunas buenas y otras malas), ha contado con numerosos entrenadores (idem) y, sobre todo, ha realizado muchos fichajes. Jugadores de gran prestigio han militado en sus filas hasta tal punto que algunas alineaciones se parecían más a un anuncio de Nike que a un equipo de fútbol. El rendimiento de tanta estrella no siempre ha estado a la altura de lo que se esperaba, pero la mayoría de ellas siempre contó con un gran respaldo mediático y, por tanto, popular, mientras le duraba el crédito. La inversión realizada con cada fichaje presionaba también al entrenador correspondiente a alinearlo como titular. Se puede adivinar el destino natural de un canterano: el banquillo con cada comienzo de temporada. Lo que es más difícil era prever que al final de cada campeonato, ese suplente se ganaba, una y otra vez e independientemente de los fichajes que le rodeen, su titularidad.

Aún así llevamos trece años oyendo tantas alabanzas hacia su juego por boca de sus entrenadores (¡!), compañeros y algún periodista despistado, como, sobre todo, dudas sobre su valía general como jugador por parte de la mayor parte de los medios de comunicación y de los aficionados.

No voy a hablar de sus virtudes (de la versatilidad, del pase definitivo, de la visión mágica, del toque inconcebible) porque ni siquiera me veo capaz. Miren estadísticas o mejor algún vídeo para hacerse una idea y centrémonos en las dudas.

En primer lugar, no cae bien, no es simpático. Vale.

Tratado este primer asunto con la profundidad que se merece, pasemos al segundo punto: "no lucha" lo suficiente. Bien, alguien que cada año vive su particular "Atrapado en el tiempo", despertándose en el banquillo como suplente y rodeado de los nuevos nombres de moda -ilusionantes para el seguidor, una inversión publicitaria para numerosas empresas-, y que cada año tiene que empezar desde cero y demostrar que su juego es necesario en el mejor equipo del mundo, parece que, por lo menos, se le debe reconocer cierta capacidad de fe en si mismo y de lucha. De hecho se empeña en una guerra desconocida en el entorno del fútbol: el resto de jugadores, cuando las cosas se ponen difíciles, prefieren mover su fuente de ingresos a otro equipo.

Contraargumento: "No, que lo de la lucha es que no corre". El populacho, desde luego, es sabio. Pero un tanto cegato. Correr como pollo sin cabeza en pos del balón es una cualidad más perceptible, más reconocible, que el talento nato. La calidad necesita enormes cartelones publicitarios para que pueda verse bien y pasar por alto otras carencias (Zidane, Platini, Maradona). Si a las masas no se les presenta así las cosas, preferirán siempre jalear al Villarroya, al Makelele, al Gravesen, al Salgado de turno. Al Raúl. Lo fácil. Pero correr lo puede hacer cualquiera y armar un equipo en base a esta característica supone condenarlo a ser "un cualquiera". Un club grande ha de cuidar también algo tan escaso como el talento, y no tanto la trillada capacidad de lucha, porque solo así puede destacar entre el resto. El aficionado de un club como el Real Madrid que sea incapaz de reconocer la virtud pura (o no pueda hacerlo sin los cartelones) quizás debería trasladar sus dudas desde el jugador a quien cuestiona hasta su propia idoneidad como aficionado a esa entidad: hay muchos equipos de fútbol mediocres en los que se sentiría más identificado, más a gusto.

Y un seleccionador nacional con la misma limitación, con esa triste ceguera, merece, como mínimo, idéntico destino.

"Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él." Johnathan Swift "Thoughts on various subjects, moral and diverting"


lunes, 12 de mayo de 2008

Que no me lo creo, vaya

En un episodio de Muchachada Nui se entrevistaba a un fulano que se consideraba fan de los árbitros. El personaje citaba tres o cuatro nombres que resultaban familiares. Mejor dicho: que resultaban familiares y que eran raros de cojones.

Desde hace más de dos décadas los aficionados al fútbol vivimos con indiferencia este fenómeno: los árbitros tienen nombres y apellidos inverosímiles.

Con el tiempo nos hemos acostumbrado a escuchar, imperturbables, crónicas sobre personas que se hacen llamar "Ildefonso Urízar Azpitarte", "Soriano Aladrén", "Martín Navarrete" o "Rubio Valdivieso". Incluso, en los contados casos en los que el apellido es algo tan usual como González, nos topamos con que lo antecede alguna perla del tipo "Mejuto" o "Bernardino". Insólito. Pasmoso. Increíble.

Ningún escritor en su sano juicio escogería personajes como "Rubinos Pérez", "Megía Dávila" o "Iturralde González". No si se embarca en una novela mínimamente realista: los lectores esbozarían una sonrisa anticipando una comedia o elevarían una ceja de incredulidad ante el primer "Medina Cantalejo" que apareciera.

¿Acaso existe algún otro colectivo en el mundo real representado por seres llamados "Celino Gracia Redondo", "Brito Arceo", "Ansuategui Roca" o "Daudén Ibáñez"? No, de ninguna manera.

Eso me ha llevado a reflexionar: dado el riesgo de la ocupacíon arbitral, es razonable pensar que, tanto todos los extravagantes patronímicos ya citados como los "Carmona Méndez", "Undiano Mallenco" o "Pérez Burrull", son, en realidad, seudónimos inventados para conservar el anonimato.

O eso o ya me dirán.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Las ratas del aire

Extractos de un artículo de Manuel Rivas (El País, 2001)

(...) En las salas de cine, los momentos más celebrados por los espectadores de Granujas de medio pelo, la última de Woody Allen, son los de los lapsus linguae. (...) Tracey Ullman está genial en su papel de nueva rica, invitando a "canapiés" y presumiendo de una alfombra luminosa "hecha con fiebre óptica". A propósito de cultura, recordé gracias a la película a un ex concejal de la cosa que reprochó a un grupo de teatro su pretensión de representar "¡Una obra titulada La Hostiada!" (por La Orestiada). Y de aquel insigne catedrático que advirtió a sus alumnos díscolos: "Les va a salir a ustedes el tiro por la horma del zapato".

(...) El reverendo Spooner, profesor de Oxford, fue célebre por, entre otros lapsus, confundir "a half-formed wish" (un deseo creciente) con "a half-warmed fish" (un pescado a medio cocer) durante su discurso de apertura del año universitario. En cuanto a Joan Pich i Pon, que llegó a alcalde de Barcelona, Màrius Serra cuenta que era capaz de hablar de la batalla de "Waterpolo" (de lo que deducimos: "A todo Napoleón le llega su Waterpolo") y referirse al conflicto "nipojaponés". Aunque su hallazgo más sublime fue el de recomendar a la gente que se tomase las cosas "en pequeñas diócesis".

A estos dos clásicos habría que incorporar, con todos los honores, al genial Caneda, presidente de la Sociedad Deportiva Compostela. Fue la primera persona que tuvo el coraje de hacer frente al "gilismo" rampante (de Gil y Gil) con su atinado: "¡Calamidá!". Pero genial es su serie de brillantes lapsus referidos a sucesivos avatares del equipo compostelano. Así: "No pasa nada, esto es pataca minuta". "Nos encontramos entre la espalda y la pared". "Vamos de caspa caída". Y al fin: "Ahora sí que empiezan las hostialidades".

Aunque servidor, en el régimen lapsusiano vigente, se quedaría con esta perla: "Aquí nadamos en la ambulancia".



jueves, 1 de mayo de 2008

Someone's got it in for me

Regresaron.









Someone's got it in for me
I don't want your sympathy
Life just never turned out how I wanted it to 

Could have been a shooting star
(Should) have made it past the bar
(Would) have been a winner if I'd ever got that far 

What a state I'm in
My self pitying
Here's another victim
Singing suffering 

If only I had made the grade
Been more loved
Been less afraid
If only I had scored the goal
Got the girl
Or even played 

What a state I'm in
My self pitying
Here's another victim
Singing suffering 

Fall
Let it fall away
Then rise
To be born again
Then fall
Let it fall away
Then rise
To be born again



My life's turned to minor chords
Loser sad
And life's a bore
Can't see the point of living
In this fashion anymore  

What a state I'm in
My self pitying
Here's another victim
Selling suffering  

Fall
Let it fall away
Then rise
To be born again
Then fall
Let it fall away
Then rise
To be born again
To be born again
To be born again


  

James
Live. Manchester.
7th december 2001



martes, 11 de marzo de 2008

Zas, en toda la boca!

En ocasiones en el trabajo, en la vida, en el autobús, uno se encuentra con aberraciones que todo el mundo acepta de forma natural. A uno le parecen que atentan contra el sentido común y corre el riesgo de entrar a discutirlo. Pero ahí entra el sentido democrático de las opiniones: que si todas valen lo mismo, que si "para gustos los colores", etc.

Como esto también a uno le parece demencial, lo mejor es amargarse lo inevitable; es dedir, limitarse a sentir el lógico pasmo ante la aberración y, por ejemplo, remitirse (interiormente, no vayamos a ofender a nadie) a esa supuesta enciclopedia china que cita Jorge Luis Borges llamada Emporio celestial de conocimientos benévolos:

En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en

(a) pertenecientes al Emperador,
(b) embalsamados,
(c) amaestrados,
(d) lechones,
(e) sirenas,
(f) fabulosos,
(g) perros sueltos,
(h) incluidos en esta clasificación,
(i) que se agitan como locos,
(j) innumerables,
(k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello,
(l) etcétera,
(m) que acaban de romper el jarrón,
(n) que de lejos parecen moscas.


[Jorge Luis Borges, «El idioma analítico de John Wilkins», Otras inquisiciones]

Seguramente una clasificación perfecta para muchos. "Ponlo en comic sans e imprime".

miércoles, 30 de enero de 2008

Lo specchio di Viganella





Hace tres años fue (contra)portada de varios diarios. En un pueblecito de los Alpes piamonteses llamado Viganella, con menos de 200 habitantes y 800 años de historia, se planeaba situar un espejo en lo alto de una montaña para que iluminara a los lugareños durante el largo invierno. Los paisanos estaban acostumbrados a vivir a 1.100 metros de altitud, pero no a vagar en una fría sombra desde el 11 de noviembre al 2 de febrero.

Pese a la apariencia de fantasmada, el empeño del alcalde Pierfranco Midali, la pericia del experto en relojes solares Gianni Ferrari y la inversión de 99.000 euros, lograron que Viganella, localidad curiosamente hermanada con la soleada Huelva, estrenara el 17 de diciembre de 2006 su ya famoso espejo.

Hecho de acero bruñido y con unos 40 metros cuadrados repartidos en 14 paneles, el espejo ilumina durante unas seis horas al día unos 250 metros cuadrados de la zona de la piazza. El hallazgo se sitúa a unos 800 metros de distancia y sus once toneladas se orientan a distancia con un ordenador central que calcula la alineación de los rayos solares y demás variables, aunque también dispone de un mando a distancia para su control en determinados acontecimientos.


También se ha pensado en su aprovechamiento durante otras épocas del año modificando su orientación: alimentar paneles fotovoltaicos de refugios de montaña, calentar invernaderos para cultivos seleccionados, observaciones lunares en los plenilunios...


En todo caso, la iniciativa, además de aumentar los niveles de melatonina de sus lugareños y la imaginación de algunos emprendedores, ha tenido un efecto añadido sobre el pueblo: el “specchio di Viganella” se ha convertido en todo un reclamo turístico.



Die Spiegel von Rattenberg

Otros pueblos, de los mismos Andes y de los Pirineos ya se han interesado por el espejo. Hace años, una localidad austriaca de apenas 400 deprimidos habitantes, llamada Rattenberg y situada en el tirolés monte Stradtberg, andaba barruntando una solución basada en varias superficies reflectantes “autoregulables”. En 2005 se hablaba de una batería de sesenta heliostatos, de dos espejos gigantes de dos millones de euros (a pagar entre el estado y los fondos europeos)... y en 2006 ya se anunciaron los primeros ensayos a cargo de la empresa Bartenbach Lichtlabor (especializada en iluminación natural), basados en una combinación de heliostatos, concentradores, guías de luz y difusores que se encargarían de iluminar unos 100 metros cuadrados de distintas zonas de la localidad.


Como mi nivel de alemán se aproxima a cero y los medios de comunicación ya se olvidaron del tema, no soy capaz de saber a fecha de hoy en qué punto se encuentra el proyecto austriaco. La página web de la empresa tampoco aporta nada nuevo. Tampoco sé si el modesto espejo de Viganella ha supuesto cambios en la vida de sus vecinos. ¿Alguna pista?


  • Los heliostatos tienen que seguir el sol con gran precisión y ser sensibles a la distorsión y a los vientos. Combinados con células fotoeléctricas (para su activación) y con fibra óptica (para la “canalización” de la luz) ya han sido empleados experimentalmente en la construcción de edificios para la iluminación de zonas oscuras. Por ello es una solución bastante más cara que el espejo de Viganella o que el ya veterano sistema hidráulico empleado en los túneles de la autopista entre Liguria y el Piamonte.


viernes, 18 de enero de 2008

NoDatta

Bueno, pues uno de los sitios más activos y estimulantes en la promoción de música alternativa ha tenido que cerrar sus puertas gracias a las amenazas, sin duda legalmente justificadas, de la R.I.A.A. (Recording Industry Association of America).


Estoy hablando del ya extinto NoDatta. Es una pésima noticia para todos los que buscamos algo más allá de lo que nos ofrecen los medios oficiales. Durante año y medio Nelsson y Gabriel han sido una verdadera referencia mundial en materia de música alternativa, entendiendo este adjetivo en el sentido literal de la palabra: alternativa a la que precisamente la R.I.A.A. pretende que consumamos (Britney Spears, Shakira, etc).


Es obvio que las razones detrás de esta y de otras medidas similares no hay que buscarlas en la lucha contra las descargas ilegales porque los trabajos allí enlazados no suponían ningún porcentaje de ventas significativo. Además, a partir del descubrimiento de esos artistas muchos de sus visitantes hemos terminado por adquirir sus creaciones. Hablo de personas que pueden tener mil discos ilegales... pero que también han comprado otros mil. Así que ya basta de milongas. No se trata de la defensa del creador ni de nada remotamente parecido. De hecho, parece justamente lo contrario: la cuestión es que ese blog (como otros que han caído y otros que le seguirán) constituía una amenaza a la oferta de ínfima calidad que la R.I.A.A. pretende presentarnos como única realidad musical. Estos señores hablan de "libre mercado" mientras machacan a los músicos independientes y a los consumidores mínimamente inquietos.

Pueden, y sin duda lo harán, seguir cerrando sitios y seguir argumentando que es una lucha lícita (seguramente mucha gente lo creerá: tienen los medios para que se oiga solo su voz). Enhorabuena, toda una demostración de poder. Pero fíjense en lo que tienen y para quién lo venden: quédense con su triste despliegue de "talentos" de videoclip y peluquería y quédense con los -tan moldeables como poco fieles- oyentes de radiofórmulas. En unos años verán quién ríe el último.

Mientras terminan por caer, una pena el tiempo perdido.